miércoles, marzo 16, 2005

En la micro

"La Javiera esta como para pololeársela" ...un hilo delgado de saliva corría por su mentón cuando ella sacudía vigorosamente su negra y abultada cabellera, había pasado los 16 y sus hormonas revoloteaban como mosquitos incesantes... La miraba desde que entraron al Liceo... Su figura movediza lo corroía por las noches, la veía en casi todo lo que hacía...
Pensó, que era una tontera, que se le pasaría con el correr de los días y con las montoneras de minas que conocería en algún carrete... En las noches inundaba su cama con imágenes de su musa; bajando la escalera a la hora del recreo, como un felino que busca un lugar para descansar luego de alcanzar su presa; corrigiendo la postura tres bancos delante del suyo antes de volar a la casa, ese cuerpo que era suyo en fantasías incontables e infinitas como la luz de sus ojos; comiendo hambrienta un berlin del quiosco de la Sra. Juanita, esos labios serpenteantes, recorriendo los contornos de una masa dulce y pegajosa que la obligaba a lamer una y otra vez su boca, una y otra vez...
Se decidió a cercarla, aprovechando la ausencia de la profe de inglés, cada minuto en el Liceo se convertía en la ocasión perfecta para evidenciar su interés, para visibilizarse ante la inspiradora de tantos suspiros, de tantos recuerdos aún no vividos.
La rodeaba con la potencia del que desea ser deseado, del hambriento, del que sueña encontrar un pecho suave en donde apoyar la cabeza para quedarse ahí, como muerto, quieto, pero más vivo que nunca. Con ese sosiego que da el encuentro, el cuerpo a cuerpo, la verificación tuya en el otro....

lunes, marzo 14, 2005

A propósito de la opalucidez de las mentes in soportables ?

Entre la provocación y la sobreexcitación del odio, la humanidad no puede pensar en el infinito. La Humanidad es como un gran árbol lleno de moscas que zumban irritadas bajo un cielo tempestuoso y, en medio de este zumbido de odio, no puede oírse la voz profunda y divina del universo.
Jean Jaurés, “Sobre Dios”
“Movimiento Perpetuo” , Augusto Monterroso

Hay personas que creen, hay personas que quieren creer, hay personas que quieren hacer creer que creen y, hay personas que no creen; aunque creen en que no creen…..Ella escribe desesperada sobre su última aventura, necesita vomitar al mundo lo que le ocurrió. Se ducha y su cuerpo se congela con el iceberg que cae sobre ella, se seca suavemente, como si fuera un bebe recién nacido, no puede cualquier movimiento le hace caer en ese abismo infinito del hambre incontrolable, de ese deseo que no se cumple, esa llama que la come viva….suena el teléfono, corre desesperada – sí, dice sensualmente, como siempre, como cada retrato que emite de sí misma- voy inmediatamente, responde.
Yparte, con su uniforme corroído por la espera... fuera de la ciudad, un portón -un buenos días doctor- y Rubí del Pabellón 5, desde la oscuridad de ese sala repleta de camas paralelas, que sostienen un abismo, un encierro de aquellas que no calzan con la normalidad, desparrama nuevamente palabras obscenas y escupos azulados...
Amarrada a la camablanca que la sujeta, lo único que ha permanecido por siempre en su tránsfuga vida….- cuántos miligramos de fenobarbital- repite ella...