viernes, mayo 27, 2005

En la Cresta de la Ola

Una cierta sensibilidad monetaria, que dices confesar
Destaca tu irremediable condición de jueza de menores
amarga, conservadora y corrupta
El éxito encierra tus corpúsculos encantos
en exquisitos copones vacíos, de mostos guardadosos
La comunicación no deja tiempo para las despedidas
internacionales abonos te persiguen.

La seguridad, almuadosamente acecha tu largo y oblicuo pelo
que recorre el tiempo hacia vástagas metas
El amor ha llegado, y licenciosamente preparas
tu entrada triunfal hacia el umbral de la consagración
las mascaras, conservan cremosos y juveniles dardos,
ya nada te toca

Surfeas en la cresta de la ola, eres, un artista
Endureces a la vida y ella casi ciega,
no logra sorprenderte

Lo sé, tu estás OK

Esperar...


…Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Te esperaba a ti. Sé que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre; una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos –oh mi amor- tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.
El Recado, en De Noche Viernes, Elena Poniatowska

martes, mayo 10, 2005

Una Mujer Árbol

Mi madre era como un árbol frondoso, para dar sombra, protegernos del aguacero, apoyarnos en su tronco, recoger sus hojas como marcador de libros…
Era posible abrazarse a su tronco y sentir la magia del cosmos. La certeza de la calma, su dulzura, su ternura. Permitía que le arrancaran una de sus ramas para convertirla en fogata, abanico, vestido, sombrero...
Cuando el viento aullaba, se movía diestra como bailarina improvisando su mejor acto. Cuando la lluvia se dejaba sentir, permanecía inmóvil, disfrutando las gotas, purificando sus raíces. Cuando el sol era el telón de fondo, lo saludaba airosa con una sonrisa de arco iris.


Hay muchas mujeres magnificas, que como árboles en el desierto, maman hasta la humedad de un suspiro. Al brotar emergen con su perfume, color y movimiento a un mundo, en donde es permisible respirar.

El día comercial de la madre ya paso, y en este cualquier día de mayo, quiero saludar a todas esas mujeres que, a pesar de no haber abultado su vientre, nos entregan todo su amor convertido en follaje.

Alvara, Amanda, Carolina, Paula, Maria Teresa, Irma, Carmen Luz, Anita, Yolanda, Marcela, etc.…También a esas desconocidas mujeres, que nos permiten disfrutar momentos imprescindibles...

Árboles Madres que miran al cielo y que hacen manifiesto, que la vida es un continuo en movimiento.

sábado, mayo 07, 2005

Amigo

Un amigo al que quiero mucho ha estado un tanto averiado. Como una medusa, se equilibra en este gran mar de la vida. Como una especie de maldecido profeta, ilumina senderos cuestionando cierta antorcha heredada, en un glorifico ritual.
Camina despacio, de su voz se vislumbra una sonrisa, cálida, fresca, serena...La existencia puede cambiar en cualquier segundo, a celebrarla, con esa dignidad del hombre que invariablemente camina...


Las personas especiales, tienen todas las letras del alfabeto, es así,
como se las reconoce.