jueves, diciembre 29, 2005

Cumpleaños

Me Miró, goteaba descaradamente la muy puta. Ante un solo atisbo de atracción solía caer en estados de oníricos éxtasis. Había mucho dentro de ella, sudores añejos de sabanas húmedas y manos que buscan cobijo en un espacio íntimo. Sueños abiertos de príncipes inexistentes y familias perfectas. Vacío permanente de un cuerpo que se verifica en una emoción dolida. Siento luego existo dijo ella con esa mirada lasciva e ingenua de gata celosa, de meretriz, la muy cartucha. Acarició mi ojo derecho nuevamente y los colores acamparon en sus mejillas de mujerniña correcta que imagina lupanares y templos, carnes jugosas y mantras. Tomó con su mano uno de sus largos cabellos, caprichosos y lo acarició enigmáticamente como queriendo descifrar el rompecabezas de su imperturbable mirada. Sabe que no será suya, pero ese roce de beso cortes menea su corazón. Su mirada se clavó por unos segundos en esa postura ligera, alcurniosa, de estar pérdida despérdida como una vela que se apaga lentamente. Acomoda su mechón, la cínica y se despide como una gran dama, la farsante.
Entra, se persigna como todas las noches, besa su frente y le recuerda pagar la cuenta de la luz, la mantenida, parásito. Gira su cuerpo, acomoda la almohada, buenas noches amor y cuando cierra sus ojos lo ve como un cavernícola tatuado y altanero, lejano. Lo denuda de a poco como saboreando un chocolate, apaga la luz del la mesita de noche y se queda quieta, penetrada por esos ojos oscuros, lúgubres, ambiguos, tristes y poderosamente sensuales. Lo sueña…

viernes, diciembre 02, 2005

 En la cresta de la ola, mira el gentío por debajo de su mentón, es un maestro. La estrella Mirasol 502 le otorgo todo su poderío, y esta consciente de su seducción e implacable manejo de la adrenalina. Arriba cuando la ola esta a su altura máxima, parece un gato deslizándose por esos tejados de agosto, las personas a orilla de playa se proyectan en ese ser bendecido por los dioses, sus corazones palpitan, cada uno de esos ojos se encuentra hipnotizada por la proeza. Él con sus brazos en A se deja llevar por la curvatura de la ola, su cuerpo se mece como un árbol en otoño suave, rítmico, la levedad del movimiento me hace pensar en una bailarina clásica, un centímetro sobre el suelo, cruza el torbellino de agua y aparece tras la cortina de terciopelo, un artista, un excelso artista. Los espectadores enloquecen y reverenciosamente caen rendidos a sus pies. Lo sabe nació para doblegar al populacho.

A propósito de palabras inexistentes

Olorosa
Buscó
como gata en celo
y tu, hueles el perfume
agitado de una provocación

Cavó su lengua en mi boca
tropezó el aliento fogoso
de una delicada penetración
allá, adentro, abierta, alejada, ausente…

Fugó su cuerpo, atravesada
por un aullido selvático
trascendió el momento,
y diluida por un gozo húmedo

Volvió